martes, 31 de agosto de 2010

UN DISCURSO, UNA CENA Y EL PAPEL DE DIARIO. El discurso y la cena por el Dr. Ricardo Rodríguez

Dos hechos han conmovido el mundillo político, aunque contemplados aisladamente podrían aparecer como anecdóticos en el fárrago de acontecimientos que se suceden en esta Argentina en movimiento de la que, felizmente, después de años de retroceso y frustración, formamos parte . Sin embargo, son muy valiosos porque nos conducen a un análisis de más amplio interés.
Uno es un discurso y, el otro, una cena. Acaecidos en lugar y fecha diferentes, siendo el primero notorio y la segunda privada, un desprevenido podría preguntarse: ¿ que tienen de especial y aún de trascendente para nuestra existencia democrática una expresión pública de opinión, descarnada, sincera, ante miles de asistentes y una amable reunión de caballeros en un recoleto departamento de Barrio Norte ¿ ¿como se relacionan entre sí ; ¿ porqué tanta repercusión ?.

Adelantamos las conclusiones. Todos los protagonistas de estos acontecimientos se han constituído por obra de las circunstancias, en obstáculos para el desarrollo argentino y en hostiles opositores del movimiento nacional que impulsa su desenvolvimiento. Defienden al monopolio en sus negocios y por consecuencia, todo lo democrático y participativo se les aparece como una desagradable, una atrevida intromisión.

Pero vayamos por partes. Tanto Biolcatti en su carácter de presidente de la golpista y oligárquica Sociedad Rural, como Magneto por ser el monopolista mediático más jugado y Duhalde; Solá; Reutemann; De Narváez y Macri, políticos dispuestos a secundarlos, están unidos indisolublemente por la impotencia, la perplejidad y en definitiva, el temor que les causa la recuperación del gobierno, en la realidad y en las encuestas.

Se asemeja a una pesadilla. Parecía que estaban contra las cuerdas y sin embargo, como los boxeadores que cambian el aire en el medio de una pelea desfavorable y comienzan a acertar golpe tras golpe, los detestados Néstor y Cristina han ocupado el centro del ring y comienzan a equilibrar la pelea, causando honda preocupación en los que habían apostado – y apuestan - todo en su contra.

Cual sería el secreto del éxito de estos peleadores?. En rigor, no es un secreto, sino una realidad que, sin embargo, resulta huidiza para los que intentan descifrarla obnubilados por el prejuicio político o social; el interés económico o, sencillamente, la ignorancia activa.

La realidad surge de los números más gruesos. Es incontrastable que, desde 2003 hasta hoy, el país ha mejorado ostensiblemente en todos los rubros: producción; empleo; cobertura social; matrícula universitaria, secundaria y – asignación universal por hijo mediante – la primaria; acceso al crédito; exportaciones; turismo nacional; recaudación fiscal ( signo inequívoco de recuperación económica ) haberes jubilatorios, todo mezcladito como en botica, ha mejorado. Es cierto que en algunos sectores hay mucho que enderezar ( el acceso al crédito y el combate a la evasión impositiva, por ej. ) pero también es verdad que, aún para los grupos económicos concentrados y para algunos segmentos de las clases medias que se oponen cerrilmente al gobierno nacional, su situación económica ha prosperado en los últimos años.

Pero, si esto es así ¿porque el gobierno no tuvo un gran respaldo electoral en 2008, y todo hacía pensar – para alegría de todos sus opositores – que se iniciaba una pendiente sin retorno ?. O mejor: ¿ como es que, para pesadilla de los mismos grupos, el gobierno ha recuperado la iniciativa y enfrenta el compromiso de 2011 con efectiva recuperación en la consideración pública general ?.

La respuesta a estos interrogantes es precisamente lo que exacerba al gran tambero-sojero Biolcatti – probablemente el más brutal y cínico de los jefes de la Rural de todos los tiempos – y explica la sorpresiva visibilidad del más inescrupuloso magnate mediático, cuyas maniobras para conservar su poder fraudulento y extorsivo provocarían el asombro del mismísimo Natalio Botana. Y explica además porqué los sectores minoritarios pero poderosos de las clases dominantes deben recurrir, para preservar sus privilegios y dudosamente habidas riquezas, a estos jefes tan distintos en sus características personales, pero idénticos en su inescrupulosidad.

Están muy inquietos y preocupados porque son conscientes que no controlan en absoluto el aparato del Ejecutivo Nacional. Y esto, que se dice en pocas palabras pero requiere reflexión, es la clave de la bóveda para entender, no solamente la crispación de los acaudalados - a pesar de que la están levantando con pala - sino el desasosiego del pequeño burgués, dispuesto a acompañar las políticas de los gobiernos populares a condición de que no se afecten las libertades individuales de los poderosos porque, en realidad, sueñan con alcanzar el nivel de vida de éstos, sin preguntarse jamás como hicieron para lograrlo. Volveremos sobre esto.

Lo concreto es que la nueva oligarquía sojera, los banqueros protegidos por la insólitamente vigente ley de Martínez de Hoz, los grupos monopólicos de la exportación de comodities, y los propietarios de los oligopolios de la prensa escrita y televisiva ( por mencionar algunos de los que se beneficiaron tanto con las dictaduras cívico-militares como con las democracias neoliberales finalmente a su servicio ) han advertido definitivamente que no controlan el aparato administrativo del Estado y siendo esto, en general, grave para sus intereses, lo es específicamente, porque el gobierno ha sido elegido por el pueblo y tiene una marcada propensión a defender sus anhelos y aspiraciones más justificadas.

¿ Que es lo que pretende el Pueblo Argentino ?. Nada más simple. Mejorar sus condiciones materiales de vida y elevar el nivel de su cultura; vestirse y habitar una vivienda con decoro; comer lo que es adecuado a su normal desarrollo biológico y aprender lo necesario para entender los fenómenos circundantes; defenderse de las acechanzas de los pícaros en un mundo complicado y que todos tengan igualdad de oportunidades para progresar, sobre todo progresar, porque en ello va íncita la esperanza.

En 2003, los sectores minoritarios antes enumerados, se quedaron de pronto afuera del manejo del instrumental del Estado, que, centralizado como es, es el único capaz de compensar con su acción las desigualdades económicas y sociales que el libre juego de las fuerzas ciegas del mercado produce por definición. Por eso, decir Estado es y debe ser para el pueblo, decir salud; empleo; educación y justicia social.

El gobierno de Néstor Kirchner, nacido en el medio de la crisis más profunda y generalizada que debió atravesar nuestro pueblo, se destacó – si se me permite el juego de palabras - más por lo que no hizo que por lo que hizo. Kirchner, nadie se atreve a negarlo, garantizó una Corte Suprema de Justicia independiente, construyéndola por sobre los desquicios de los lacayos entogados siempre dispuestos a convalidar judicialmente la entrega menemista ; fueron y son juzgados los crímenes de lesa humanidad; promovió la unidad con Latinoamérica, saliendo de la diplomacia de camastro con el gran país del norte; propició las paritarias obrero – patronales y garantizó un dólar competitivo para mejorar las exportaciones, etc,etc, pero, fundamentalmente, omitió cuidadosamente toda política que perjudicara a los sectores más vulnerables y desprotegidos del país.

Omitió básicamente tomar a los trabajadores y a los jubilados como variable de ajuste en la economía como sí había ocurrido con Alfonsín, Menem y De la Rúa., aunque algunos se hagan los desmemoriados. En una Argentina explotada; humillada y hasta martirizada por 40 años de militares y civiles cipayos y envilecidos, estas omisiones están henchidas de patriotismo.

Es producto de esas estupendas omisiones la entrega de la banda presidencial a Cristina, que ganó sin necesidad de ballotage.

Ahora bien, contra todos los pronósticos de los anacrónicos e incompetentes economistas alquilados al establishment, la presidenta - que además de ser un cuadro político de excelencia y una expositora brillante - tiene un carácter fortalecido en años en el congreso, donde, digámoslo al pasar, ha asistido en las épocas de Menem y de la Alianza, a cuanta felonía se pueda cometer contra el interés nacional y popular, decidió dar un paso fundamental en la lucha por la redistribución del ingreso: tocar la renta diferencial de la oligarquía sojera, mediante la aplicación de las llamadas retenciones móviles.

Era una cuestión de estricta justicia distributiva, pero motivó la reacción patronal más desproporcionada, prolongada y violenta de la historia argentina ( que no era un lockout en rigor, porque mientras los sojeros cortaban rutas sus empleados debían seguir cosechando ) y que terminara zanjándose a favor de los más poderosos mediante el voto no positivo de Cobos, no será motivo de análisis aquí, por innecesario.

Al cabo del corto plazo de dos años, la realidad – desde luego bajo intento de distorsión permanente por el oligopolio mediatìco encabezado por TN y Clarín – ha demostrado que el egoísmo, la angurria y la prepotencia de los organizadores de los piquetes agrarios, no pueden ser motivo permanente de agitación. Amplias capas medias urbanas y rurales, han advertido que sus dirigentes reaparecen reclamando ahora lo que la 125 reformada ya les habilitaba en julio de 2008 y les han perdido la confianza. No se movilizan. Basta observar el presente del despachante de aduana trucho De Angeli para certificarlo.

Los grandes sojeros cuya conducta ya hemos descripto; los banqueros que, naturalmente no hacen ruido porque esperan pasar desapercibidos mientras siguen haciendo mucha ganancia absteniéndose de prestar plata para la producción; los exportadores del puerto de Buenos Aires, las grandes cerealeras extranjeras, que vienen mereciéndose largamente un IAPI; el gran comercio concentrado – que aumenta sus precios por adelantado cada vez que percibe que se va a producir un aumento masivo en el ingreso popular apropiándose de una ganancia espúmea – ligados todos por Clarín y La Nación que baten el parche de la inflación, no pueden soportar la idea del fortalecimiento del gobierno. La presencia del Estado interviniendo y arbitrando en la economía, limita la libertad del poder económico para hacer lo que se le antoje con los pequeños y medianos empresarios, productores y comerciantes - que son los verdaderos dadores de empleo - aumentando en la misma esa proporción la libertad de éstos. El Estado, sin ponerse a producir tornillos o camisas, o sea sin obstaculizar la “ iniciativa privada”, debe actuar en todos los rubros que se consideren estratégicos para el desarrollo nacional y la justicia social. En otras palabras, como decía Scalabrini, limitar la libertad abstracta es conceder un cierto grado de libertad a los humildes. En el mismo orden, limitar la libertad de acción de los grandes monopolios ( de la tierra, de la industria, de la prensa ) es ampliar la libertad práctica de los productores, de los trabajadores y de los consumidores de diarios, radio o TV. O sea, de las mayorías populares.

De allí la necesidad de centralizar las decisiones y esto no tiene nada que ver con las características personales de los gobernantes, sino con la índole de las tareas que debe emprender un Estado que medie entre el interés ciego de la ganancia y las aspiraciones de la nación y el pueblo.

El papel de diario.

Existe una sola circunstancia en virtud de cual los titulares de una empresa privada que controla un insumo estratégico como el papel en situación de monopolio se vea obligada a desprenderse de sus acciones a un precio vil y recibiendo un anticipo ( la llave del negocio ) que se reduzca a menos del uno por ciento del valor real de la misma. Solamente un terror indominable; un sensación de peligro cierto e inminente; un sentimiento de soledad e indefensión totales, conduciría invisiblemente esas manos a la firma de documentos tan absolutamente lesivos a sus intereses. Si los “compradores ” contaban con el apoyo explícito de la dictadura cívico- militar más sangrienta de la historia, entonces el cuadro del traspaso de Papel Prensa del Grupo Graiver a Clarín, La Nación y otros, está completo. Cualquier otro análisis sería un insulto gratuito a la inteligencia media o algo peor: sería tomar partido por los extorsionadores.

El gobierno nacional ha denunciado públicamente el latrocinio, enderezando su acción para que se avoquen la Justicia y el Parlamento, contra lo que esperaba una oposición que, una vez más, se vio sorprendida. Los Tribunales y el Congreso son más bien lentos, pero, como con la Ley de Medios, la realidad mostrará con desnudez, quién es quién.

Ricardo Rodríguez. Abogado – Asesor de la H. Cámara de Senadores de Entre Ríos.

Integrante del Instituto Regional de Estudios Nacionales (IRENa)